Ramón Gómez de la Serna. La orilla de acá: humor de vanguardia

Según Alan Hoyle (1996), Ramón Gómez de la Serna es el principal exponente del humor de vanguardia español.

Un humor, afirma, que no se trató de la clásica risa de comedia, ni de la sátira social, ni de la agudeza metafísica del barroco, ni de la ironía romántica, ni del famoso y civilizado humor inglés, sino de un nuevo tipo de humor que desarrolló la vanguardia como forma de ruptura del sistema, como arma para rebelarse contra la sociedad convencional y para crear un nuevo punto de vista de minoría avanzada para minar, y de alguna manera transformar, la realidad que vivía la gran mayoría de la gente.

Pero lo más original de Ramón y la vanguardia, continúa, fue la vertiente de buen humor, anárquica, que afirmaba con jovialidad y alegría un radical vitalismo no agresivo sino pacífico, sobre todo como reacción contra las represiones sutiles o violentas de la sociedad y concretamente contra la barbarie que significó la Primera Gran Guerra.

Es en el ensayo Humorismo, escrito por Gómez de la Serna y publicado en Ismos en 1931, donde el autor desarrolla su teoría sobre el humor.

Este, siguiendo siempre a Hoyle, basado en una filosofía del absurdo, desempeña un papel psicológico terapéutico y un papel social subversivo, ya que a través de él una minoría de “tipos señeros” logra romper con los esquemas rigurosos del pensamiento convencional que producen grandes estructuras de arte y provocan grandes conflictos de masas.

Destaca, sobre todo, el aspecto creativo del humor y su valor trascendental como arte que se escapa de lo trágico para crear algo nuevo, inspirado en la bondad y no en el malhumor, y que, además, no corrige o enseña explícitamente nada, pero que debe conmover.

Para Ramón “El humor entra en las cosas por el lado por el que no existen, y que es el que las revela más” y “Vive de poner en espectáculo lo menos espectacular”.

Más adelante, escribe Hoyle, Gómez de la Serna define lo que el humor no es y así afirma que no tiene la vulgaridad del chiste que es “el humorismo que se arrastra”; no es la risa de lo cómico que abusa de su objeto y “supone una ausencia de emoción”; no tiene la fría distancia de la ironía; ni la negatividad de la sátira, que rechaza la realidad, mientras que el humor, el buen humor, ve la misma realidad de dos maneras, generando una “contienda de dos realidades, una supuesta (o sea imaginaria) y otra cotidiana”. El humorismo no es agresivo; carece del “ensañamiento” de otras clases de humor. No sirve a una ideología política: “no debe hacer propaganda de nada ni propugnación de ninguna nueva mentira civil de renacimiento”.

Con todo esto, sigue Hoyle, Ramón se desmarca notablemente de otros planteamientos del humor, como el clásico didáctico (enseñar deleitando), el sarcasmo amargo (de Valle-Inclán), la pedantería intelectualizada (de Pérez de Ayala), la metafísica bufotrágica (de Unamuno) e incluso el arte como ludismo deshumanizado e intrascendente (de Ortega).

Para Ramón el humorismo es un juego artístico lleno de emoción creativa (“inspiración calenturienta”, “entusiasmo y credulidad”) y de gran trascendencia sin trascendentalismo, ya que enriquece una realidad “vista de dos maneras o quimerizada y resuelta para que se encienda más de su propio sentido”.

Gómez de la Serna dejó escrito en La Sagrada Cripta de Pombo (pág. 625):

              Mi humorismo no es de ninguna manera como el de otros un humorismo aguafiestas […] Es               mucho más subversivo el humorismo que cualquier otra cosa, y además, se le puede salir               menos al paso. Hay que combatir las vanidades personales, las infatuaciones, los tópicos, que               sobre eso se sostiene lo otro, y de eso se aprovecha todo lo que es tiranía y oscurantismo […]               Yo también me río de mí mismo.

Y definió su propia estética en el mismo libro:

              Se podrá decir “fue un ser viviente que encontró la graciosa y tierna actitud que conviene a la               vida… No cometió la opaca torpeza de ser ambicioso ni se quiso distraer en nada que no fuese               vida, observación de la vida, cálculos que se pueden hacer con ella, arbitrariedades que la               prolongan”.

En su exaltación de lo pequeño, de la descomposición de la realidad, de la trivialidad, Ramón encuentra la greguería, que es como el ladrillo de todas sus construcciones deslavazadas y cuenta, en el prólogo a uno de sus libros de greguerías, cómo nacieron, dónde y cuándo:

              La cosa sucedió en el piso primero derecha de la casa número 11 de la calle de la Puebla, en la               villa y corte de Madrid.
              Era un día aplastado por una tormenta de verano. Tenía hinchada la frente. Me asomaba al               balcón y volvía a meterme dentro y a sentarme.
              Vivía aún don Jacinto Octavio Picón -secretario perpetuo de la Academia-, y yo ya estaba harto               de don Jacinto Octavio Picón.
              Sobre mi mesa, las tijeras, abiertas como cuando los pelícanos abren el pico los días de calor,               estorbaban la idea. Las cerré.
              Por fin, en una última llamada del balcón, dándome un golpe contra la esquina del diván al               salir a buscar lo que estaba entre el cielo y la tierra, encontré la invención de la greguería.
              Sí… Yo quería decir, yo había pensado… recordando el Arno en Florencia… frente a aquella               pensión en que habité… que… que la orilla de allá… Sí, la orilla de allá quería estar a la orilla de               acá… Eso, ese deseo inaudito pero real… Esa perturbación de la estabilidad de las orillas, ¿qué               era?… Era… “una greguería”. Así me salió del bombo central “esa” palabra que no sabía lo que               significaba y fui al diccionario para ver lo que era…

Y un poco después continúa:

              Era “greguería” aún en singular; pero yo planté esa bolita y tuve un jardín de greguerías. Me               quedé con la palabra por lo eufónica y por los secretos que tiene en su sexo.
              Greguería, algarabía, gritería confusa. (En los anteriores diccionarios significaba el griterío de               los cerditos cuando van detrás de su mamá.)
              Lo que gritan los seres confusamente desde su inconsciente, lo que gritan las cosas.

Y también:

               Qué difícil trabajar para que todo resulte un poco deshecho! Pero así es como damos               el secreto de vivir.
              La prosa debe tener más agujeros que ninguna criba, y las ideas también. Nada de hacer               construcciones de mazacote, ni de piedra, ni del terrible granito que se usaba antes en toda               construcción literaria.
              […]
              La greguería es el atrevimiento a definir lo que no puede definirse, a capturar lo pasajero, a               acertar o a no acertar lo que puede no estar en nadie o puede estar en todos.

Sírvanse a continuación algunas greguerías zoológicas sobre sus habitantes:

Un chino inventó al gato.

Nutria: una rata con gabán de señora.

La lagartija es el broche de las tapias.

Los cuervos se tiñen.

Las ranas se tiran al estanque como si se echasen al correo.

Lo que pone más rabiosa a la ballena es que la llamen cetáceo.

El más pequeño ferrocarril del mundo es la oruga.

Las hormigas llevan el paso apresurado como si las fuesen a cerrar la tienda.

La tortuga pone huevos esperando gaviotas, pero sólo le salen tortuguitas.

La mariposa lleva a su gusano de viaje.

El caballo sí que es un hombre serio.

Los elefantes parece que tienen en las patas las muelas que no tienen en la boca.

Las gallinas son tartamudas.

La jirafa es una grúa que come hierba.

Al caballo con freno todo le sabe a cucharilla.

Las mariposas no duermen la siesta.

El loro necesita apuntador.

El jabalí es el cerdo que defiende sus jamones.

Greco, M. Ramon Gómez de la Serna. Greguerías. Oocities.org. Recuperado el 8 de enero de 2022 de: https://www.oocities.org/greguerias/greguerias03.htm
Ramón Gómez de la Serna. Greguerías. Ramón Gómez de la Serna. Recuperado el 8 de enero de 2022 de: http://www.ramongomezdelaserna.net/Abc1d-greguer%C3%ADas.htm

Jimena Cid
Consejo editorial agua

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