Adrián Chaurán

Las tardes.

traspasa tu contorno diecisiete arcos,
hasta la torre espesa de tu pelvis,
hasta el sereno de resaca y tigre
que crece con largas sombras
como la última sílaba en tus labios.
Una esquina, tu desnudo que corta
a las magnolias de vidrio y de sinfonía,
agujerado el equinoccio, tarde, tus senos,
tú; hecha de despedidas y húmedas hendiduras,
espasmos, marea, acuchillada de hirsuta herida,
como sangre, sino sangre que adivina gemidos;
tu extensión apenas se estremece
hasta el halito de mi noche cruzada:
por las sábanas, respiración, abril, tú;
tu nombre como inmensas amapolas/río/ estelas.
Hasta las incursiones de tus pies
y del eterno otoño en cercanía de tus sienes;
óyeme, profundo, áureo, si no las noches tras tu sed;
has destruido el quieto mar con tus olivos;
has horadado en mi pecho la geografía
del trémulo tren hacia las minas del boro;
renacen desde el pétreo silencio sangre de caminos;
del atardecer, oh, odie et amo/.
Caerán hasta tu agosto aquel triste valle
en donde mi boca anegaba la espera.

15 de septiembre.

Amor, de largas venas como el canto,
de sombra férrea como cóndor y espuma,
ojos, dulce, voz de ayer en la sangre,
o la muerte, un océano de combate y de jinetes,
debajo del resonante estertor del fauno,
como bosque de quererse y de espina,

advenimiento de mis días de aflicción sin ruido,
a las hojas desnudas como de primavera,
oculta, amor, la extensión celeste de tus manos,
con el eco de lágrimas y de fatiga,
como oscuro galope de mi sangre sobre ti;

amor, tregua o boca iluminada por una brasa,
por el ayer como póstumo eclipse, amor;
me he hundido en los extremos de tu piel,
como inmensa daga de carbón y de silencio,
abrazando cada astro, cada muerte en ti.

Metamorfosis.

Cuerpo de oleaje umbroso y celeste,
región del dolor, de alas como puñal,
inmensa aurora, remota de metálica espesura;
cuerpo de letargo como de vigilia
ante las sierpes en mi paso;

tu leve beso, en amanecer de incendio
dibujaba sobre el pecho líneas imposible;
amor, táctil sombra de ecos, de muerte gimiente,
doloroso sol en lo eterno de la tarde;

atrapada mis huellas en el anverso de tus labios,
prófuga herida, de viva tristeza, en ramas
esparcidas por el vaho hondo de la garganta;
amor, cuerpo, vacilante, trémula saeta,
en el río de tierna sangre o en mi pecho.


Nombre: Adrián.
Apellidos: Chaurán.
Altura: Un metro setenta y cinco, por ahora.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
Una biblioteca modestamente favorecida por robar los libros de otras bibliotecas modestas.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:
Como dijo una vez Camilo José Cela: “Ocho a diez horas como mínimo” los siete días de la semana o miles de millones de años.
Lo sencillo:
Lo sencillo es la paciencia, que como una vez dijo Bierce que es: una forma menor de la desesperación, disfrazada de virtud.
Lo difícil:
Todo, por eso hace falta paciencia.
Lo inesperado:
Morirse en el primer acto, aunque a uno siempre le quedan dos actos más para terminar la obra, aunque se esté muerto.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Tempus fugit.

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