Isidoro Álvarez

EL VIENTRE DE MI JARDÍN

Dios, ¿te gustan las abejas?
Este es un panal hecho con sus bocas
y este es uno hecho con un mazo y un cincel.
Lo hizo mi padre.
De sus manos se descolgaron cientos de hombres,
lucharon con las abejas,
se enfrentaron a sus miedos
y a mí me hicieron el amor.
Ahora se fueron y hay panales en mi jardín.
En el silencio de la noche arden
y el fuego lo arrasa todo.
¿Quién eres tú?
Sé que quieres ver mi jardín.
Ven a ver mis panales,
ven a que las abejas te cuenten sus secretos.
Puedes venir a morir en mi fuego si prometes
no mentirme nunca.

Mil palabras dije,
mil fueron mentira;
de ti construí una gran verdad.

ANOCHE POR LA MAÑANA

No sé cuánto tiempo llevo despierta; probablemente he dormido el sueño de una caracola o más bien la confusión del cangrejo al que amputaron las patas. Hace mucho calor. Mi cuerpo sudoroso se ha desprendido del camisón; yo no recuerdo haberlo hecho. Las sábanas arrebujadas a mis pies abren los ojos con juicio, y mis pensamientos le responden nada. Esta soy yo a las siete de la mañana.
Mis pies descalzos bajan hasta la cocina y mi cabeza se asoma por la ventana. ¿Quién puso ahí la bruma para que no pueda ver la playa? Pero sé que está ahí porque oigo cómo las olas rompen sus gargantas.
Sobre la mesa de la cocina no hay una botella de whisky ni ningún vaso boca abajo. No sé a dónde han ido aunque los que sí están son los restos de una vela consumida. Junto a lo que ella era está el libro que anoche leí, pero de pronto se ha cerrado sin decirme algo.
Mi padre duerme y muere en el salón, en el sofá, en una postura que habla y dice ser extraña. Lo contemplo un segundo, no, dos, porque me atrapan, mientras una lágrima cae desde mi cara.

AHORA

Un problema de deslizamiento entre las partes,
un vuelo sobre la complejidad de un cuerpo.
Tan valiente,
cada gesto, cada acto,
todo por estar cerca y aún más.
Tan clara intención,
tan determinado impulso;
todo aquel deseo sentido tuyo ahora es mío por ti.

En la tierra de ella el viento me hizo suya.
Nada entiendo hasta que llegue el momento,
tal vez la mañana si ahora es la noche.
Si duermo, cuando despierte no reclamaré nada,
todo lo que sembré será mío,
mi entendimiento en esas horas de la madrugada fuerte,
cuando vea crecer los tallos sobre los pies de una idea.


Nombre:
Isidoro.
Apellidos:
Álvarez González.
Altura:
Subterránea.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
Centro de Poesía José Hierro, Ítaca, y La Piscifactoría.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:

Lo sencillo:
Me pregunto qué es sencillo al escribir poesía. Como la vida misma, de la cual no la puedo separar, la poesía es compleja, aun cuando aparenta ser sencilla. Creo que lo sencillo que pueda haber en la poesía no depende de nosotros, surge, fluye como los momentos en los que no sentimos plenos.
Lo difícil:
Todo, y de ese todo, lo más, el tener la certeza de que lo que uno ha escrito es un buen poema porque es coherente con uno mismo.
Lo inesperado:
El fluir y el no poder explicar cómo un texto se construye a sí mismo más allá de nuestras decisiones: la magia.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Conexión y presencia.

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