Ani Karen Babojian

Queda la mirada

Fuimos cinco, madre
alguien quebró el minutero en la madrugada,
luego cuatro,
el mar arrastra mis raíces,
ahora tres.

Te quedas mirando,
dices que tiro el agua
y no sabes que lo hago queriendo
deshacerme
de la sombra
del abandono.

Por eso me dejo llover
espero el milagro
mientras veo balancear tu cuerpo
sobre la silla
con el rosario entre las manos.

Todo gira

Corro hacia la hoja cuando avisto el derrumbe de palabras
y pierdo mi voz.
Silenciosa observa.
Soy grande, más de metro y medio.
Pequeña, dice la hoja.
Nos parecemos. Ella también cree estar llena de nada.
Se guarda bajo su blancura
la descubro
lo que esconde me habita.

En el vacío late mi pecho
en la sequía
un pájaro que huye del dolor.
Nacen las ramas
la brisa se lleva los rastros de lodo,
me ata a su raíz.

Estoy aquí, desnuda
inmóvil
apoyada en este árbol que gira
todo gira
mientras Alguien sostiene mi noche.

Voz herida

Mi amor fue el paso ingenuo que entregué sin dudar
la oración de los ocho días en la montaña
el Cristo inmóvil
que me advertía el camino de los falsos profetas
el dolor de las espinas en la frente
el cruel martillazo de cada clavo en las muñecas,
el humilde trapo que recogía las migajas de una risa
a cambio de una herida que ahora escapa.
La aguja, el hilo que cosió la historia,
el cuento de la alegría.

Mi amor fue un grito entre dos montañas
haciendo eco.


Nombre:
Ani.
Apellidos:
Babojian.
Altura:
1,64 m.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
Talleres grupales y particulares con la poeta Gabriela Rosas; En el Instituto de Creatividad y Comunicación (ICREA) y  con ella misma en el Taller permanente de poesía en La Poeteca.
Asesorías personalizadas.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:
Ha sido un espacio para conectar con las heridas. No fue fácil; antes y durante el taller: “Escribir la herida” sentí que estaba pasando por un bloqueo emocional o creativo (a veces no sé cómo
llamarlo), pero a medida que iba escribiendo me di cuenta que no importa qué tantas
barreras u obstáculos uno pueda sentir, solo hay que abrirse a la experiencia con sinceridad.
En general, fue un espacio de mucho aprendizaje, de conocer a otros poetas que también
han escrito sobre sus heridas y compartir grupalmente e individualmente mis textos.

Lo sencillo:
No sé si hubo algo realmente sencillo. Creo que en los últimos textos la escritura fue más fluida porque ya había un trabajo previo.
Lo difícil:
Reconocer, ordenar las emociones y darles libertad. Expresar con palabras el movimiento interior que surge al conversar con la herida y plasmarlo, con la mayor exactitud, en los poemas.
Lo inesperado:
Descubrir que, a pesar de todo, hay belleza en las heridas y que tienen algo que contarnos; que la escritura puede ser el hilo que intente zurcir la cicatriz.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Reflexivo y sanador.

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