99 post scriptum Ulysses

99 p. s. U.

i

se puede leer un libro qué es un libro una cosa de palabras que dicen que son pensamientos que vienen de dónde por Dios de dónde ya ni pregunto para qué

pensamientos flecha abejorros vívidos plumas ni intento capturarlos todos sin sonido tenue con alguna brisa gota de rocío hielo en mi memoria

si lo escribo ya no es un pensamiento ya no es aire sino agua azul sobre tierra celulosa amable

y si lo escribo en inglés se dice

you can read a book what is a book a thing of words that say that they are thoughts that come from where by God from where and I do not even ask

why vivid thoughts feathers arrows bumblebees nor try I to capture them without a noise a drop of breeze and dew ice in my memory

if I write it, no longer is a thought no longer air but water blue on kind and earth and cellulose
(Traductor de Google)

ii

Con un pequeño bisturí extraigo palabras no despertadoras gracias logofagia gracias verbumfagia, extraer de su inmenso molde inquieto donde balbucean quietas digo quietas digo leer es ver en un campo de noche sobre una manta inquieta y un zumbido de insectos de luz en el negro

en el negro sin precipitarse dejar precipitada paciencia para deslumbrarse al ritmo del respirar en pequeños trozos porque no se puede vivir en éxtasis continuo y hay que dejar de ser para resucitar luego adicta al desasosiego sin consumo, adicta al antiguo ritual del cuidado para tener alas libres de átomos narcisistas, intensas, relacionadas, atentas porque

la atención es la oración natural del alma
(Byung-Chul Han dicit quod Malebranche dixit)

*

El material de la poesía es el lenguaje y el Ulises de Joyce es una caja inmensa de herramientas de lenguaje. ¿Una caja?, más bien el cofre del tesoro. ¿Hasta dónde su inmensidad? Hasta el punto que Ezra Pound propuso un nuevo comienzo del  tiempo: la era después de la escritura del Ulises. ¿Es el Ulises una novela?, más bien múltiples novelas dentro de un libro inmenso. ¿Es teatro? Pues también. ¿Y deporte? Bueno, los idiomas eran el deporte favorito de Joyce. Pero es que además el Ulises es un collage y un cadáver exquisito. Y un libro de poesía. Y, definitivamente, un libro cargado de humor.

Ahora la prensa

i

Desató Eolo huracanes tintineantes de verde odio rugiendo retumbos sordos de dragones de mercería, mercenarios, mediocres y patrios drones pilotados sordos por dentro y por fuera los sesos de la nuca gorda de la lengua gorda bifideando gérmenes macroscópicos y alcoholizados.

ii

Una puerta y otra, el miedo, hombre, el miedo a la ignominia, a la nada lateral puerta tamaño niño, ¡encógete!, que luego nunca te incorporarás vacilante embalado en un sarcófago, ahí lo tienes, ni boca ni ojos ni escuchas ni puedes gritar, por Dios, pedazo de átomo fermentado, ¿no ves que se les fue la mano?

iii

Hinchado mequetrefe, campana de cerveza vendiendo humo rancio envenenado, ¡mierda con cebolla!, porque Aragón es nuestro Ohio y su habla natal el maño consuetudinario ladrando al cierzo y vosotros engullís todo, bonetes como hogazas de pan os han hecho, tortas evocando la batalla del Ebro sin carne de madre que aún sigue llorando y el arpa-arco Bio-Bio lava la sangre que el río aún fluye sucio de miga verde.

iv

Tres son tres las tres obesas locutoras con sus sobacos de Armani de envolver sangre y costillas flotantes. Nadie las ve si pronuncian bien las haches o si son asimétricas las tres Adonis que comen haches y galletas pensativas mientras un clan de diseñadores ginefágicos fotografía marcianas de cuellos alados. Mientras el abovedado musgo eleva su retórica ciceroniana, las tres locutoras dan un viraje porque la historia es tan buena solo hasta mañana cuando alguien le insufle novedades de cebolla autocensurada y flatulenta y para entonces ya están ellas arrancándose los pelos las unas a las otras.

*

El capítulo 7 del Ulises transcurre en la redacción de un periódico. Todo Dublín arranca, aúlla, chasca, cruje, entrechoca, repiquetea, retumba, tintinea, vocea y despliega epímones, palíndromos, paronomasias, onomatopeyas, sinestesias y metáforas locas que transforman un carrete de seda dental en un arpa eólica entre resonantes dientes sin lavar. Hay fuelles que muerden y píldoras de velocidad y viento, mucho viento, huracanes y brisas con cometas y vientos que nacen de la boca del editor. Con Ulises yo viajo por la senda del humor y de la poesía y vuelvo siempre a él, mi mágico cofre que no falla nunca.

Los tres viajes del conocimiento

i

Contraes las muñecas y giras los zapatos sobre el taburete y retraes los ojos silenciosos y no hueles a nada y eso llega a ser intolerable, tan intolerable como apuntar con los labios o rascarse la cabeza dominando el arte del desapego –el arte de la negativa implicación –el arte de no reconocer la distancia sagrada –el arte de hacer contacto de reojo con palabras nacientes en deshabitadas pupilas.

ii

cabotaje de puerto a puerto
ayudada por ayuda abstracta
sin saber cómo
un pequeño ventilador en la nuca

arribar a la montaña humilde
ceñida por caminos no pisados
o solo levemente porque
hay oquedades y trampas

y hay que contar la verdad pese a quien pese
y hay que volverse contra la venganza
y hay que pedir consejo a
los que no se amargan el paladar fino
con su timidez taimada de cobarde

y que no te importe la vergüenza
amarilla o lenta o fugaz

y no levantes la tapa del cubo
la basura no huele pero
si le das la espalda
te dará a luz
mil trampas urdidas sin relato

y el trayecto al cielo siempre sinuoso

y el léxico de la juventud siempre cambiante

iii

junto a un mechero apagado eligieron las brujas una piedra sin chispa – reunidas sin tenedores – un palito y una salchicha de noche sobre el césped – mis dos gemelos enjuagados en el río y los chupetes olvidados en el caducado olivo – hechizado el bosque – mándame – acepto el hechizo y con él la posibilidad del fracaso

iv

en el tren a Turquía el futuro infinito y el desprendimiento, las amapolas blancas dormían esperando a que nos extrajeran del fango los ignorantes flamencos, reían ignorantes de nuestras picaduras asalmonadas

-veinte – y – treinta – y – veinte y – cinco –  y luego dejé de contar

al final el fango no olía tan mal y dos amables holandeses errantes nos alimentaron con pescado salado y unos bombones en las salinas junto a dos molinos sin Rocinante, dos gemelos errantes y holandeses sudando junto al fango

y qué largos los días

y qué corto el sueño con los ojos abiertos

v

el viaje entre el museo y la arqueología, un viaje al pasado solo para mi entretenimiento

lo verdaderamente serio fue no repetir errores cada vez más profundos en la abatida historia mientras me entretengo con unas lentes de dioptría infinita

si A es el inicio del viaje y Z el incierto final, el viaje arañaba el filo de la navaja – nadie hizo nunca ese viaje antes siempre al borde de un paso en falso

el viaje para conocer el aire y las palabras vacías que no ha firmado nunca nadie

el viaje por los abedules pioneros en tierras saladas orgullosos de elevar sabiduría o savia por terrenos malditos

el viaje para imaginar cómo sonaría el idioma de los faraones mientras expectoraban momias o cómo puede ser que un vaso de vino y un trozo de queso y una hogaza de pan sean algo metafóricamente hablando

los que estén a favor que digan sí

SALOMÉ BALLESTERO (Segovia, 1963). Médico especialista en Microbiología y Parasitología y experta en venenos, cursó estudios de Historia del Arte y Filosofía en la UNED y se formó literariamente en los Talleres Fuentetaja. Se desenvuelve en las artes plásticas en el Estudio Soto-Mesa donde también expone y ha bebido de artistas como Eva Lootz, Pilar Albarracín, Aida Gómez, Alba Soto, Yolanda Domínguez o Guridi. Ama la danza contemporánea y el flamenco gracias a Gustavo de Ceglie, Isabel Quintero y Candela Soto, maestros suyos en diferentes etapas de la vida. Actualmente asiste al Laboratorio de la Piscifactoría con Gonzalo Escarpa y ha terminado el primer año de Máster de Creación Poética en Billar de Letras. Disfruta dando voz a sus poemas y ha publicado en la sección Fauna Abisal de la revista Agua. Muy pronto su poema dramatizado “El gato Santiago y las hermanas siamesas”, será grabado para un podcast.

Tres detonantes creativos:
Escribo poesía para que emergan mis peores pesadillas y adopten una forma con la que pueda hablar. Mientras escribo, me imagino parte de una tribu con la que cantar y contar. Mis disparadores son la lectura, los viajes en autobús, leer mientras viajo en autobús y miro las gentes que deambulan por Madrid, una exposición en la Tabacalera, la memoria atravesada por la compañía de los libros, el tejo de Virgen del Puerto, buscar setas con mis amigos, la vida presente y el tiempo profundo. Escribo en libretas las frases que subrayo, que escucho, que me vienen a la mente cuando leo a los sabios y las dejo dormir mientras desayuno una tostada y vuelvo a ellas temprano y se me escapa por dónde asomaron la cabeza y me las cuento en voz alta y no dejo de enredarlas hasta que hallan un destino fuera de mí. Y ahí se acabó, pasamos a otra cosa.

¿Cuáles son tus referentes poéticos?:
Por mi procedencia artística y científica me inspiran múltiples saberes y me apropio sin pudor de la tradición, no solo poética sino también científica, antropológica, religiosa o política. Me fijo en lo coloquial y lo prosaico y en los poetas que emplean el humor como detonante y como máscara. Entonces, claro, no puedo dejar de citar a Nicanor Parra, Gloria Fuertes, Carlos Edmundo de Ory, pero también a Jorge Riechman, Didi-Huberman, Byung-Chul Han, el feminismo y sus referentes, y los mitos como forma de conocimiento atesorador de sentido. Y además Joyce, T.S. Eliot, Ezra Pound, Jorge Riechman, William Carlos William, Chantal Maillard, Clarice Lispector, Ernesto Cardenal, Frank O´Hara, y, si me pongo aún más estupenda, me sobrevuela siempre la larga luz de Dante y Homero. Es que construyeron catedrales en las que yo podría vivir eternamente.

Un consejo al poeta novel:
¿Qué le podría decir una alevina a otra alevina o alevín? Pues nada, que en el camino caminamos y que no nos cansemos nunca de aprender y de dar gracias por tan buena compañía. Y que, entre tanto, compartamos el pan y la alegría.

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