Nunca el inicio humano coincidiendo.
Enero es el llover y no el inicio
(sí casi casi inicio:
el agua se renueva).
Todo empieza con una confusión en el lenguaje y llega a lugares muy lejanos: “año nuevo” parece que trastoca en “vida nueva”. En el agua sólo hay continuidad y diferencia; así en enero, seguimos; pero diferentes. Fundimos vida y años y no los confundimos, sí el lenguaje. Sin ninguna confusión no hay poesía.
Este año, que sigue diferente, emergemos desde el arrecife con voz cruda y diferente; voz de golpe entre costillas; voz, la voz de María Salgado.
Nos fundimos este año que es el mismo casi casi en nuestro delta en la bandera de un lenguaje que responde con los versos al lenguaje de un sistema aciago; Ignacio Miranda portando la bandera.
Lejana de la orilla y tan cercana al centro acuático encontramos abisal a nuesta fauna; en este nuevo año no tan nuevo sí son nuevos los poemas de José Castiñeira, Felipe Bollaín, Astrid Arbildo y Braulio Paz.
En continua iridiscencia llega el iris de poesía y se conforma en, quizá un nuevo año, ojo de buey: Eugenio Ampudia, con todos los colores de la tierra que no es nuestra.
Y llega a fundirse nuestro plancton con las aguas, este año nuevo-antiguo nos lo trae Marisa Bello como un chorro de arte primigenio en La creación prima: el art brut.
Ene y Ro eran hermanas, ambas separadas al nacer: así como la vida del poeta y la solapa de su libro: nacen ambos se supone que de un golpe y de pronto una aguadilla y los separa, en este o aquel año, Salomé Ballestero con una disección que dice: De solapas, biobibliografías y no haber ganado, todavía, el premio Nobel.
Humano nunca inicio coincidiendo
Llover es el enero y no el inicio
(renueva casi casi
el agua: otro inicio)
Pilar Trol
Consejo editorial agua
