José Cadenas

Asechanza

Solo esos pajaritos negros que caían en la trampa-jaula.  
Liliana Lara

Mamá, mamá, retumba el grito en la cueva. 
Está muy oscuro, la luz se apaga.
¿Qué sientes?
Estás fría, te arropo con esperanza.
Sudor, la cama está mojada.
Te cayó mal el dolor.
Los pies ásperos muy quietos, no solía ser así.
¿Por qué hoy? Justo el día de la decepción.
Cuando dije eso que quemaba.
Es una trampa-jaula.
Te escapaste, turpial blanco y negro.
Llegaron al rescate hombres de braga con linternas en la cabeza.
Lanzan una cuerda, es muy corta, no la alcanzas.
Salta, inténtalo amor, pero hay moho en las paredes,     resbalas. 
Te volteas y te dejas. 
Una luz se refleja en el agua del otro lado.
Se escuchan gotas, desciendes. 
Ya es muy tarde, dice uno de ellos.
Me resigno, cierran tus ojos.
El maquillaje cobre gris la piel.
Una firma, el meñique está manchado.
La tierra suena contra aluminio pintado como madera.
Y me dejo caer en la grama.
El lunes la cama está vacía.
Trampa-jaula quedó abierta, entro. 

¿Podré escapar?

Onoto

Una sombra en la cocina.
Olor que sale cuando aprietas el color verde.
La luz en la ventana se refleja; abuela.
Tus manos se llenan de pliegues.
Toman el mar junto al picor, la olla burbujea y aceite saca.
Se pinta el agua color ladrillo.
Los pasos están dibujados con tiza en el piso, uno, dos, cuatro, tres.
Baile de hacer. 
El tiempo macera el pollo limón suavizando sus mechas.
El cariño se corta y se coloca en un envase para verterlo.
Hay pizcas que suenan a grillos.
Y llegan seres de otros tiempos que no saben si son familia.
Esperanza, Margarita y Josefina están con ellos, María.
La mesa es una puesta en escena para el festín.
Las miradas se cruzan, nadie se atreve a ser el primero.
Braman, gruñen, algunos, relinchan las panzas dispuestas.
A recibir semejante regalo.
Se posan en la ventana los restos de aire caliente.
Otros entran y salen.
Tomo la cuchara de plata, especial ha sido encontrarnos de este lado.
Con cada tajo, van todos desapareciendo.
Y me quedo solo frente a la mesa, y el chamán se refleja contra el vidrio.
Me paro, camino a través del humo.
Salgo del trance.

Coñazo

Las piedras recibieron el color de tu sangre. Un golpe te devastó contra el piso. Una sábana sobre tu rostro. La brisa la mueve. Los ojos quedaron abiertos. La embestida no logró que perdieras la esperanza. Querías ver todo tu futuro y lo lograste en un segundo. Una vida mirando el Ávila. Nos preguntamos si estabas distraído. Quién sabe. Quedaste solo durante horas. La reseña salió en la prensa: Hombre muere al ser atropellado por un autobús. No fuiste como José Gregorio Hernández. Solo fuiste un hombre con los ojos abiertos que perdió la vida golpeado por la desgracia.

Aún queremos conocerte.


Nombre:
Carlos José.
Apellidos:
Cadenas.
Altura:
1,85 m.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
La Poeteca. Taller Inicial de poesía y taller permanente de poesía con Gabriela Rosas. Diplomado en Narrativas Contemporáneas. UCAB. 

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:
Desde el espacio interior, las vivencias y los sentimientos, los recuerdos vagan entre las paredes de la realidad, el dolor y la frustración de la vida que es lo único que tenemos.

Lo sencillo:
Al tener, invertir tiempo y dinero.
Lo difícil:
Crear momentos con la conciencia de disfrutarlos, perdemos siempre el propósito de lo que hacemos.
Lo inesperado:
Querer a pesar de no ser correspondido.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Permitirme entrar.

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