Cada verano, con su poca de agua,
trae un secreto y, por julio, desborda.
El secreto indica cómo nadar el calor mayúsculo o dónde llegarse a la fuente consonante, también qué sabor de helado es el mejor (seguramente el melódico; quizá el heroico, pero sólo los domingos, quizá).
Para más indicaciones: os traemos un secreto nuestro: el nuevo número de agua: nuestro manual para salvarnos la poesía del achicharramiento estival.
En nuestro #arrecife se ha asentado un microclima hecho de monte, arbóreo y delicado y de raíz tenaz. Será que nos lo otorga Jorge Riechmann, con sus versos como un hilo apuntándonos al pecho y agarrándolo a la tierra.
Después, cual isobaras que nos marcan un anticiclón o la borrasca, vienen nuestros peces abisales; nuestra #faunaabisal. En este número, nos zambullen en poesía Celeste Miranda, Andrea Abello, Luis Miguel Sánchez y Adrián Maceda.
También una ola aérea se nos cuela por el #ojodebuey, nos llena de mirada, de escucha; infla poemas en tres dimensiones, nos pone a flotar en ellos. La ola es Llorenç Reich.
En #plancton, Andrea López Montero nos lleva por un río sinuoso de altos juncos que ondulan la visión: “La transmutación poética. Notas y dudas sobre traducción y alquimia”. Y metemos los pies en ese discurrir raro que es la traducción en la poesía.
Y ya llega la #aguadilla irreverente, el día en que la lluvia cae del suelo o el mosquito descubre que el gazpacho le deja satisfecho y ya no vuelta hacia delante. En este número la encargada de ponerlo todo del revés en la palabra es Salomé Ballestero; y lo consigue.
Es verano, pero en agua la poesía viene fresca. Pasen y vean, lean y no se abrasen.