A la atención del subjuntivo

En el principio era el verbo… al que se conoce como esa clase de palabra cuyo significado indica la acción, el estado o proceso que realiza o sufre cualquier realidad mencionada en la oración.

El verbo tiene variaciones, llamadas también accidentes, que son: tiempo, número, persona, voz y modo.

El modo verbal indica la actitud o perspectiva del hablante en relación a lo que se dice.

Los modos en español son los siguientes:
Indicativo: considera la acción como segura, real o no cuestionable. El indicativo representa una declaración del hecho que marca.
Imperativo: este modo sirve para expresar una orden o hacer una petición.
y ahora sí, llegamos al objeto de deseo de este artículo:
Subjuntivo: considera la acción como deseable o dudosa y que solo existe en el pensamiento del hablante.

Pero, ¿qué valor especial puede tener ese subjuntivo del que solo algunas lenguas disfrutan?
Se encuentra frecuentemente asociado (aunque a veces no) a la expresión de irrealidad, de duda, de sentimientos o de deseos y gracias a él se añade una trasrealidad como el forro de raso a un vestido de noche o, en suma, como la dimensión donde se desdobla el soñado cuerpo del lenguaje.

¿Tan grave resulta la pérdida del subjuntivo?, le preguntaron a Umberto Eco para el libro titulado significativamente El fin de los tiempos. Y Eco contestó: «me parece muy importante el subjuntivo porque él es el único que expresa el tiempo de la hipótesis y de lo posible, de lo no-real». El subjuntivo es, en efecto, el tiempo que crea en el habla y la escritura la escena cóncava de la suposición.

Los criterios de caracterización semántica definen al subjuntivo como el modo de la irrealidad, frente al indicativo como modo de realidad. La alternancia modal tiene estrecha relación con el compromiso del enunciador con respecto a la verdad de lo dicho: mientras que con el indicativo el enunciador se compromete con la verdad del enunciado, no sucede lo mismo con el subjuntivo, cuyo valor veritativo queda en suspenso.

El subjuntivo es un modo gramatical presente en muchas lenguas indoeuropeas, como las lenguas romances o las lenguas germánicas con diferentes valores, entre los cuales suele estar las afirmaciones hipotéticas, inciertas o los deseos; todos ellos caracterizados por el rasgo irrealis, que se opone al rasgo realis del indicativo.

Para complicar un poco, solo un poco más, las cosas: estas no son lo que parecen y de esta forma, en gramática tradicional se dice que es el modo de la oración adjunta cuya acción, mediante el contenido de la oración principal o el tipo de nexo con ella, toma el carácter subjetivo de posible, probable, hipotética, creída, deseada, temida o necesaria. Sin embargo, el subjuntivo aparece igualmente marcando hechos que son perfectamente objetivos, reales y constatados (me alegra que estés aquí), así como el indicativo lo hace en cualquiera de los contextos que la tradición adjudica al modo subjuntivo, como la posibilidad (posiblemente ya lo sabe), la probabilidad (probablemente estará durmiendo), la hipótesis (si llueve, no voy), la creencia (no creo que estén durmiendo), el deseo (tú te comes eso ahora mismo), el temor (lo que me da miedo es que tiene una pistola), o la necesidad (tienes que comerte eso).

Así, el subjuntivo se caracteriza mejor como la suspensión de la modalidad declarativa que expresa el indicativo sobre el hecho que marca, esto es, como el modo de la no-declaración.

El subjuntivo representa una no-declaración del hecho que marca. La posibilidad que un hablante tiene, en cualquier caso, de inhibirse de la responsabilidad de haber declarado un hecho cuando lo ha marcado con subjuntivo. Incluso en contextos donde la verdad del hecho se da por presupuesta.

Una declaración es la manifestación explícita y efectiva de la visión que un sujeto tiene del mundo representado, mediante la cual establece un determinado estado de cosas en ese mundo, independientemente del grado de seguridad que tenga y exprese sobre ese estado de cosas («en español, cuando alguien dice que llueve, eso significa que alguien dice que llueve»). Declarar es manifestar explícitamente lo que un sujeto sabe (afirma) o piensa (supone). Declarar es mencionar, nombrar algo meramente, contarlo, referirlo.

Una declaración no es una aserción (acción y efecto de afirmar o dar por cierto algo, o bien, proposición en que se afirma o da por cierto algo).

Declarar o no declarar no es una cuestión de obediencia a la realidad extralingüística.

En términos pragmáticos, el hablante formulará en indicativo todo aquel verbo cuyo predicado constituya una declaración del sujeto, es decir, aquello que el sujeto está queriendo afirmar o suponer explícitamente:  yo sé que te quiere (yo afirmo que te quiere), Elena piensa que te quiere (ella supone que te quiere), es evidente que te quiere (cualquiera puede afirmar que te quiere). Por el contrario, el hablante hará uso de la inhibición declarativa que le ofrece el subjuntivo en todos aquellos casos en que el sujeto no pueda, o no quiera, declarar ese predicado y por tanto no señale la realización concreta de una acción.

Llegamos así a un aspecto crucial para la comprensión del modo subjuntivo desde una perspectiva pragmática y referencial: con el modo indicativo localizamos el referente en el mundo extralingüístico, como la realización efectiva de la proposición que introduce; por el contrario, el modo subjuntivo se presenta como el modo de la irrealización, de la virtualidad, por lo que el referente al que alude la proposición debe localizarse en otro lugar que no sea la realidad extralingüística. Apelando al símil del ajedrez, diremos que: la realización del movimiento de una pieza en una jugada concreta es análogo al uso del indicativo; las posibilidades virtuales previas al movimiento que de esa misma jugada se infieren, así como sus posibles consecuencias, son análogas al uso del subjuntivo, como movimientos irrealizados pero potencialmente posibles. Estos movimientos (proposiciones en subjuntivo), por su naturaleza irrealizada y virtual no tienen su referente directo en el tablero.

Ya no encontramos, por ningún lado, esa certeza que tan evidente era en el indicativo. El hablante no conoce ni ha conocido a su mejor amiga, parece, incluso, que el tema le viene un poco de soslayo y lanza una hipótesis que es considerada como posible.

Los terrenos del subjuntivo son tan apasionantes como lo es nuestro mundo interior y de ahí su nombre, porque plantea posturas subjetivas. Tal es así, que si seguimos adentrándonos aún más en este modo, encontraremos que desaparece el rastro de lo que consideramos posible, nos alejamos aún más de la realidad y comenzamos a navegar, de la mano del pretérito imperfecto de subjuntivo, por las turbulentas y oscuras aguas de los deseos irrealizables.

El subjuntivo es una variable de mundos, no de tiempos, y no tiene significado en absoluto. Más precisamente: no es posible inferir nada sustantivo acerca del significado de una cláusula si lo único que se sabe es que está en subjuntivo.

El contexto puede sobrentenderse en la comunicación presencial, o comunicarse por gestos, pero en el ámbito escrito es necesario expresar lingüísticamente un contexto para evitar la imprecisión del subjuntivo. Esto se consigue por distintas marcas lingüísticas. Una posibilidad (no única) es la utilización de adverbios y locuciones adverbiales temporales o aquellos adverbios que señalan indirectamente un tiempo, tales como mañanahoyahorayaquizáposiblementeojaláprobablementea lo mejordios mediante, etc. En si llegara a tiempo ahora, no lo esperaríamos tanto, el agregado de ahora cambia el sentido del verbo, pues de ser una actividad cotidiana (si llegara a tiempo…) pasa a ser un hecho puntual esperado en el presente. Además, hay cierta tendencia a que estos verbos necesiten estar acompañados de más de un adverbio, como ocurre en posiblemente ya estén en casa y posiblemente mañana estén en casa, donde la presencia de ya y mañana confirman el presente y el futuro respectivamente.

Pese a lo enrevesado que parece, se trata de un territorio muy especial de nuestra lengua, que como se señaló, no todas poseen, porque, en tanto que no plantea una realidad concreta e inmediata, es una suerte de exclusividad de lenguas con cierta historia y desarrollo. Por su naturaleza, además, el subjuntivo siempre ha sido terreno fértil para la creación literaria y sus cualidades pueden ser aprovechadas expresivamente para crear efectos tan especiales como significativos y perfectamente inaprehensibles, lo cual no puede ser más poético.

García, M.Á. (2013). El modo: indicativo vs. subjuntivo. Educación y nuevas tecnologías. Recuperado de: http://www.magarciaguerra.com/2013/05/el-modo-indicativo-vs-subjuntivo/
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https://www.gramaticas.net/2014/03/el-modo-verbal.html
https://www.redalyc.org/jatsrepo/921/92155180010/html/index.html

Jimena Cid
Consejo editorial agua

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