José Ramón Jareño

MIEDO EN EL CERRO

Redoblen, se ha hecho llanto la tronera
y miren, miren
miren cómo le caen flores al reino
tal jondo otoño de hojas 
en puñal de azulejo.

Ahí viene del frío el aceitunero
en su barja metido,
con la fatiga pasando
por la osamenta del cerro.

– ¿A dónde vas tú tan temprano y santo?
asume el mancebo.

– Vengo y voy del cielo al cerro
hará días ya del adulterio al abuelo,
ya no queda Enero, ni casi Pascua
ya no se viste de piel negra el cerro.

Ay olivo…
¿Cómo han movido esas raíces de hierro?
Tú que tantos lustros eres,
con esa plata y ese hielo.

– Han sido los aguaceros
los que saetan mi cuerpo
y las varas del alba, ay…
¿Qué sabes tú del miedo?

– Yo sé poco del miedo,
lo justo para mi juventud senil. 

Sé de su terrón de agravios
y de su lozana orina,
de su gula más mórbida 
y sus ojos de charco.

Sé de su cama con patas de mono.
De su feliz roncha de embustes
y de su chirona
llena de murciélagos y mujeres.

Pero quizá 
él sepa más de mí
que yo de él.

…Era de noche 
cuando furtivo de liendres 
la mano le metí.

-¿Qué vas a decirle, ahora, a la luna
que tiene los pechos ahogados?
Que de tanta vida adulterada
zoqueta la has dejado,
tanto mirar,
tanto mirarnos…

Sé que vas con poetas en las manos,
pero el olivo, 
el olivo está cada vez más blanco.

…Y al niño del albo ahora 
le quedan catorce galgos ahorcados.

El Rocío cura, ampara y consiente:

– Han sido las ramas,
las ramas del fruto imberbe
que por temer no han temido
ni a un bosque de varas verdes.

EL QUINTO SOL

Un símbolo de la fe
arderá en fuego purificador.
Nuestra señora llorará por todos
brillarán gotas en la lejanía.

En medio de las cenizas
y los grifos de tristeza
aún se siente a la gárgola
fulgir cátedra de verdad.

¿Quién ha hecho gallo a las alarmas
si siguen sin volar y ahora 
te defienden? Volvamos,
volvamos a bajar pie detrás pie
sabiendo a donde no tirar pisada.

Ya se avisó del atraco 
a una primavera. Aún hoy,
todo indicio apunta a un mayor desfalco:
las estaciones, sus tiempos.

La mosca lame al caballo,
en la cueva del agua ya no hay agua.
Un Nostradamus suicida
más, en lo que va de tarde.

Se aprende indefensión desde la pila.
Había uno y el terror era hacia uno,
ahora hay uno y el temer es de a veinte.

Doctorado en distopía,
valetuda es la razón
la que desmembra ciencia en paraísos 
vacíos digitales.

Los Jesucristos alcanzan 
tasa máxima de paro:
demasiadas ofertas de intelecto,
demasiada demanda de ignorancia.

Al fin se incorporan las medicinas
a nuestras cadenas tróficas.
A uno de la tierra plana
le quedó mirando un tuerto;
y mientras tanto, muriendo
vagan los pobres cometas.

Y todo esto en un cubículo, 
un cubículo acotado, 
acotado de correa 
que de agujeros se asfixia.

Nunca eché menos de menos
la adultez y a su adulterio.
Marchando va el quinto sol,
el augurio despeinado.

La niña austera deseó un palacio,
un ciego ha encontrado sus
ojos detrás del espejo
¿y tú? ¿aún sientes miedo?

EL PERDÓN

Afuera está creciendo
un escondite, adentro,
muriendo va un suspiro.
Un problema se coagula,
silencio en el desayuno.

Como cebo, el queso de la paz.
Nos hablamos en morse con portazos
y vemos nuestras caras
en el espejo del suelo, están tristes.

La comunicación se paga baja,
la ira apesta desde la cocina,
la puerta está cerrada.

Tras los lustrosos días
el corazón se atrofia
mientras se financian obras
de castillos sin razón.

Una cana que brota,
las entendederas ya se han mutado.

Hoy ha venido el sol a mi ventana,
rápidamente bajo
a cordillera memoria,
a su falda hay un río.
Los guijarros limpios dictan:
mira, en las arrugas está la llave.

Y es ahí cuando apreso
al fugitivo olvido
y queda como soplón
del conflicto y su cubil.

Corro ribera abajo
desahogo los pasos
la encuentro allí, tirada,
rota de divagaciones
cosiéndose mil parches en la piel.

Me acerco a ella, se escucha
la vajilla del castillo crujir
como banda sonora
del abrazo que se funde.

“Entre la nada y lo eterno
solo cabe un perdón”

Se confiesa de nuevo el tacto humano.


Nombre:
Jose Ramón.
Apellidos:
Jareño Molina.
Altura:
1,91 cm.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
Billar de letras.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:
Creyendo firmemente en la ecológica solemnidad del momento.

Lo sencillo:
Dejarte a merced de la pulsión.
Lo difícil:
Vestir a los instintos para el baile de máscaras.
Lo inesperado:
La belleza de la procesión tanto en el a luz, como en la adolescencia; y la continua aparición del rechazo al adulto. También fue muy inesperado (más hoy) el sabor del caviar inconsciente e incompetente al que te lleva la falta de tortas. La súbita patada del aprendizaje en la boca que gusta.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Autobenevolencia hostil.

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