FARMACIA DEGLI INCURABILI *
La inquietud hace los dientes
amarillos, los huesos se astillan
solos, sin rozamiento:
dicen que ayer se destapó
el explosivo, pues hoy
las callejuelas van secas
agresivas, mal arregladas –
y al volver, vacilante,
te esparces – hueca – sin vistazos;
entre pingües edificios,
empinadas calles:
y tropezando
no encuentras salida.
¡DATE PRISA!
¡Es salubre fatigarse!
Fuma – consuma – consigue
una vida entera, una línea recta
paso a paso, despiadada.
Esa la práctica: una herida
tiene que ser tapada
en todos lados. Aquí están:
las pesadillas hacen a los poetas
longilíneos, como espejos.
Olvidaron apagarnos, aun
metidos en negros sacos
recogidos sin cuidado:
estallamos en plein air,
en plan de fiesta, infestamos
el marco – un manto
acomodado, sin esfuerzo
eléctrico, nos atiende
PERO LA SANGRE:
SU FLAQUEZA
NO LLUEVE, NO MUERDE
Ocupamos
el siglo del quehacer
el siglo del injerto
del plástico azul
que suplanta el mar.
Oye, en voz alta:
una luz se enciende,
desde lejos, te llama:
«¿tienes fuego?».
*La Farmacia “de los Incurables” forma parte del “Complesso degli Incurabili”, en el casco histórico de Nápoles. Construida en el siglo XVI y restaurada en el XVIII con estilo barroco, hoy en día alberga un museo de artes sanitarias.
RETINA
Esqueleto perlescente
en plástico: un maniquí
conserva su forma,
mirada fija
estática – pestañas
postizas – junto
a un estrecho sombrero.
A todos idéntico,
ocupa su espacio
sin tocar el suelo.
Le moja copiosa
una luz azulada:
inauguración,
bautismo rápido.
Quien pasa alimenta
la ducha elástica,
el nudo flojo, las fauces
las mangas largas
de invierno.
Detrás –
trastienda:
una vieja mastica
ese ruido caliente y sudado
en la mesa;
se agita, detenida, en un punto;
lo anota, precisa, sedienta
del próximo, y en la línea
funesta alterna
al espacio su revés.
Sistema binario:
vida – fallecimiento,
puntuación sin texto.
Una voz sin acento
introduce a los clientes:
ellos avanzan, espejan
sus ojos en las paredes.
Desnudo, el cuerpo
es una figura habitual,
fruta pintada, feo maletero –
queda abierto.
Los pasos vienen y van
los asientos siempre agotados
pues el público se enfrenta
a los trasfondos.
Trastienda:
a la costurera
no le dan pena
sus marionetas.
le fastidia la violenta
exhibición de siluetas;
solo quiere, ella,
tendida la tela: llanura
inaudita, retina
horizontal para cansar
los dedos, la superficie
última, una tierra
sin consolar.
Siempre repite
aquel salto
del pie a la silla:
ondea un nombre,
blanco, sus letras
ocultas bajo algún estrato.
En la mano que sube,
que baja, que busca
a veces el nombre
se retuerce – no emerge.
De ahí que se equivoque,
reproduzca el desgarre,
arregle. Remiende.
Despacio:
un tramo – un espacio – un
tramo – un espacio – mar
abierto – un tramo – un espacio
¿por dónde iba?
se da vuelta
hacia una frente
tendida sobre un barco
cansado: lengua
extraña por el medio
de uno labios –
de plástico.
Bajo la frente,
más arriba que los labios,
postizas pestañas
hacen gimnasia.
¿Por dónde iba?
mastica y llama.
Un nombre que sube,
que baja, que busca.
Se retuerce – no emerge.
Se retuerce – no emerge
de la tela.
¿Por dónde – mastica y llama.
Naces – creces – padeces –
aún, ves, se me parece,
se llama:
EL DESFILE
Sin enterarse,
pasan por delante
de mis bocas
mil soldados verdes.
Nos van a ver aquí
tirados en la lluvia:
llenos de manchas
oscuras, vaciados
por el viento.
Hay que ponerse rojos
por la circulación de las venas.
Voy a estallar un poco
en la espera.
Hay que levantarse
temprano y por el lado
equivocado; hay que
hundirse. “¡Díselo!”
Me olvidé.
He roto un par de gafas
y ahora gritan
por las esquinas:
mirad sus ojos
tan abiertos, tan comidos
por el vidrio –
mirad sus ojos.
Gritan.
Vamos a traer el esquema
a los campos, el aullido
a las calles destrozadas.
En voz alta
quitarte la ropa,
con esta prisa nuestra
en contra
de cualquier sistema.
“Se van a caer”.
Es un desafío
sin líneas y con fiebre.
El enigma, la fórmula
hallada: a lo largo
de la cena, me carece
el pulso;
el hambre anuncia
su progenie –
y me duelen
tus labios.
Es este el día
en que se desmayan
los oyentes:
los traspasan
sin decir nada
mis dientes.
Es el desfile.
No hay que tener miedo.
Todo se ha acabado.
Tu camisa está sucia.
Ten cuidado.
Tu camisa está sucia.
“No lo sabía”.
Cubres el hueco en tu pecho
con periódicos y acento.
Nos van a ver sin duda
tirados por el suelo
y aplastados:
tan agudos y patentes
por traición
de las hormigas.
Acaecer
significa, a veces,
tener mala
memoria y ninguna
medida.
Nombre:
Elena.
Apellidos:
Cappai Bonnani.
Altura:
Constante.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
Formo parte del grupo de poetas italian@s relacionad@s con la revista «Neutopia»: compartimos la intención de ruptura con respecto a los clichés de la expresión y del código poético, buscando una reproblematización del poder re-presentativo de la palabra a raíz de la herencia que dejaron las vanguardias y neovanguardias. Personalmente, mi formación empezó por el estudio del surrealismo en su matiz más radical: deseo emplearlo como medio para liberar(se) de – y en – la codificación activando sus interferencias, ráfagas y puntos ciegos.
¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:
Estos textos, salvo El desfile, fueron escritos en italiano y luego pasaron al español.
Farmacia degli Incurabili es lo que tiene que ser un poema algunas veces: un dispositivo, algo que estalla. Lo escribí durante una estancia en Nápoles, tras la noticia que llegó desde Turín sobre la expulsión de l@s amig@s que ocupaban un importante espacio social en el barrio; está dirigido a esos “incurables”, los que prefieren aplicar la herida y no aplicar las vendas.
Retina investiga la superposición de unos planes de memoria y olvido por medio del trabajo de una costurera, a partir del elemento surrealista del maniquí con sus oposiciones; lo escribí pensando quizás en mi abuela, en su vida esparcida por diferentes tierras a través del mar, su máquina de coser y los deslices de su memoria.
Lo sencillo:
El agua: sus derivaciones.
Lo difícil:
La sangre: cerrar el círculo.
Lo inesperado:
Para Léo Ferré “la desesperación es una forma superior de crítica”. Lo desesperado a menudo traiciona – apela, invoca – lo inesperado. Creo que esto es nuestro trabajo: por y para esto hay que escribir.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Sed. Cirugía.