I
“Tal vez alguien como yo, en medio de la noche”.
Este cubo de arena que escupe sus residuos
al galope de espada, es adalid
en falsa constelación de ginebra
jugando en cuclillas, este niño
que hereda el humo, sin saliva ni playa,
sin su pasillo mudo, de secretos
se deshace, adentro, el dolor en ausencia.
Estandarte raído, de una lágrima llora
su sauce, de una sola, se desangra su viento
con el soldado preso, en ese mástil
en el que esculpe
el rostro fúnebre de aquel piano.
LA VEJEZ
Camina la vejez
funámbula que tiembla,
camina en su temor
hablando con el suelo.
Vestida de las hojas
que sobran en las ramas,
camina con la nieve
envuelta en sus cabellos.
Camina como un árbol
con sus raíces locas,
va arrastrando los pies
y olvidando palabras.
Vestida con perfume
de compota y brasero,
camina la vejez
mojando el tiempo en agua.
GOZOS
Al calor de olvidados
el valle enciende sus vinagreras y sus cactus
como río por rambla, un repujado azul
desde África trae migrantes sobre
las algas y con el Levante plásticos,
espuma, piedras, barecillos
donde ocultarse.
Grita un naufragio, lejos
las higueras, en el barranco
ya no hay granates, ni oro en noches salamandras
llenas, guiños de sal
que titilan sus pozos, esparto por senderos
y acantilados escoltan amantes,
esos gozos inadaptados.
Llegó con sigilo, la plaga
cubrió con ceniza de cementerio
chumberas, con silencio, todas muertas de espinas
sin su fruto amarillo,
no hay valle sin sus peinetas, sin verde
la tierra madre, esa que nunca fue
a la escuela.
Nombre:
Alberto.
Apellidos:
Juanes Chalhoub.
Altura:
1,82 (bien estiradito).
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
La Piscifactoría.
¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:
A veces mirando adentro, otras mirando más allá del alcance de mi memoria. Apartando de mí todo lo que no fuese el poema. He sentido angustia y vértigo, pero también una motivación, un deseo más fuerte que el miedo a la hoja en blanco. He buscado la necesidad de decir, de extirpar, de dejar atrás, pero también de seguir viviendo.
Lo sencillo:
Utilizar la métrica para conseguir una estructura, un ritmo, ayudarme de los recursos retóricos para vestir el poema. Tener a la RAE cerca.
Lo difícil:
Encontrar un comienzo, una guía, el hilo para tirar del ovillo. Encontrar un final, llegar al destino del viaje con la sensación de haberlo recorrido en su totalidad (aunque quizás esto no suceda nunca). Escribir únicamente para el poema sin pensar en destinatario alguno. Estar convencido al volver a leer un poema tiempo después, de que es así como volvería a escribirlo.
Lo inesperado:
Lo que brota sin pretenderlo, lo que se abre paso, lo que necesitaba despertar de su letargo. La melodía que a veces tararea el poema. Algunas palabras que resultan amables, otras que endurecen el viaje. Heridas cerradas, heridas con sangre. Cómo juega el lenguaje con el poeta.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Desde la necesidad de encontrar un fondo, construir una forma (sin rehuir lo generativo).