Mirian Carrera

AGARRA EL PROPIO

Agarra el propio
cuerpo,
trata
de
contener
el trémulo
visceral
orquestado
con furia.
Cada pero y
su diástole,
engendran
en secreto
profundo,
una parte
de la naturaleza.

ENTRE MIS DEDOS

Entre mis dedos
en mis poemas
no florecerá el jazmín,
el mar no lo veré
no será desbordado.
La arena no se inundará,
ni la casa ni los enseres,
en mis piernas no saldrá el sol,
en mis brazos sí
quedará el hueco
de aquello que rodeaba.
Y hay que seguir estando
en medio de los quehaceres,
de los emparejar calcetines,
de la labor y la vigilia,
en el centro del maremagnum
sosteniendo el caos
con el estómago.
Del duelo nadie dijo:
“es un espacio presente,
un espacio de tiempo
de soledad al que le urge
su nombre y nada lo nombra”.
Los muertos se hacinan,
ni tiempo hubo
de sepultar.
Y mira que había sido en sueños avisada
por el aliento de un tigre blanco
en el lado izquierdo.

ME LLAMAN POR OTROS NOMBRES

Me llaman por otros nombres,
no me quieren;

porque huí un tiempo
nadando a todas horas sobre cualquier posible,
pero es que mi cuerpo tísico
solo se ablandaba en el mar;

corría a la vista de cualquier gota de agua
que pudiese ser comienzo o fin de una ola,
por la arena, veloz
a pesar de las heridas o los cortes,
y de todos los bichos que muerden
en el trayecto.

De esta forma me hice hembra,
mudé la niña,
hablé por fin de cosas de adultos y
me contestaban como si lo fuese,
nunca dejé de sentirme intrusa,
me lo decían las voces,
(jamás me ha vuelto a suceder).

Aún así, regresé a esta cárcel abierta
de sol en par;
cubículo seco
sin opción de océano que llevarse a la boca.

Aquí, donde no se descansa.
Ansían que me muera,
echarme por lo bajo,

no me quieren,

y yo soy esta raíz,
este agua,
crecí con esta tierra, crecimos juntas
nos regamos, nos removimos
conversando tumbadas toda nuestra niñez,

solo queremos ver el milagro
asomándose, en cada brote.

Nada más es necesario para atravesar
cualquier estación,
para dejar de sentirme precipicio,
verme hogar, hojarasca y savia.

Todo transcurre por dentro,
vienen los del pueblo con palos
a destruir mi patrimonio,
me espían por las noches sobre la techumbre,
saltan contra las paredes,
rasgan mis camisones,
(no me quieren, no),
atacan mi ganado,
roban en mi alacena.

Soy la única
que se comunica
con sus brutos,

sus mujeres no me soportan
detestan, que vaya
a la taberna por la noche.

Mientras ellas
se quedan en sus casas,
yo me siento en los huesos
de sus machos,

jugamos al tute,

corre el vino,

volvemos cantando luciérnagas,

(no ha llegado aún la luz, a estos lugares.)

Los oscuros, me tapan la boca,
en las raíces del río
me tiran encima,
babean sobre mi vientre.

Soy la que se deja

y ellas, no pueden hacer nada;
nada más que morderse con furor,
estrujar las piernas
hasta reventarse las verrugas
con las manos;
mientras escuchan como nos reímos
ebrios, sus hombres y yo.

Solo conocen las faenas
el estiércol y la angustia,
sus bestias no las aman,

como ellas a mí
no me quieren, no,
no me quieren.

Sacrifico todo por esta huerta,
por mi tierra, mi única amiga.
Me enfrento al invierno,
al manicomio de la nieve.

Una hermosa primavera, sería
volver a salir
y que estuviesen todos muertos.


Nombre:
Mirian.
Apellidos:
Carrera Blanco.
Altura:
Crezco y decrezco vertiginosamente.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
La Piscifactoria Escuela de Creación.
La biblioteca pública.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:

Lo sencillo:
El ánimo para escribir y el deseo de hacerlo.
Lo difícil:
Más que difícil, laborioso: trabajarlo, perfeccionar, transmitir.
Lo inesperado:
la fluidez para escribir, cuando se da a la vez que la idea.
La mutación de la idea original de un poema, desde su gestación hasta que decide a asomarse.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías):
Contemplación.
Y tras escribir: Purificación del texto.

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