José Baena Baena

COMBATIR EL SUEÑO

A la mañana procurar el vacío y
protegerlo así de intacto
todo el día.
Cepillar con esmero las piezas,
dentuda es la rueda del ocaso
clavada en tu carne para hacer
avanzar el ansia.
Bruñir esos goznes y que solo
perdure el brillo, luz
sobrepuesta a la materia.
Recorrer cada aguja hasta
su punta en las manos
con una lima. Trabajar allí
para volverla roma
evitar que logre
traspasar la piel
que no pueda escapar
de ti la oquedad
como el aire que abandona un globo.
Por el descenso en ciernes
completar el ciclo con cuidado.
Revisar el calafate y las velas
por si alguien les brida algún remiendo.
Derribar los senderos y los puentes.
Cultivar el jardín de malas hierbas.
Al oído cantarle una nana al 
fuego que hierve el agua.
En el crepúsculo acunar el vacío y
custodiarlo en suspenso inerme hasta
que amanezca.
Combatir el sueño.
Vigilar las puertas.
Repetir.

EL VASO

Es de día.

La luz atraviesa la cortina igual
que atraviesa mis ojos.
E ilumina el mundo 
torcido que yace
bajo mi piel translúcida.

Puedo verte. Puedo verte desnuda
por el sol inclinada
por la sed que tiembla y sostenerme.
El vaso. Sostenerme.

Mi mano vítrea para tocarte.
Sé que estarás vacía.
No sé cómo puedes estar vacía y 
beber, mirar, llenarme.

El líquido tiene la altura
de lo que lleves dentro.
El frío toma el color 
del ojo en que se clava.

Quebrar en silencio 
será el destino de 
todos los cristales.

Mientras.
El líquido se derrama.
La noche llega. 

Da igual dónde mires.

LA PRIMERA CENA

Justo después de servirla
el cocinero rompió la receta
de la felicidad.

Con la triza más tenue prendió
la llama de un quinqué,

de la más luminosa trazó
su postrera voluntad,

la sombra que ardía en su cara
de un tajo llenó la copa,

se retiró sin mediar palabra
para rendir el yermo,

le oímos caer redondo 
sobre su set de cuchillos.

Yo ya trinchaba la carne,
tú desdoblaste el papel.

La sangre rodó en mi mejilla,
y por tu voz sus palabras.

Para ustedes intuyo será
la primera cena.

Cada día se tarda más
en calibrar el plato.

No se aficionen, hoy,
invita la casa.

Ojalá conserven intacto
su buen apetito.


Nombre:
José.
Apellidos:
Baena Baena.
Altura:
1’82, pero depende del día, a veces me estiro y toco el extremo con las puntas, otras me encojo y el colisionador no me detecta, me ensancho o menguo según respiro. El sistema métrico es así de ineficiente.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
Participo en los talleres de escritura creativa Fuentetaja. También voy al oculista.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:

Lo sencillo:
No sé si esto existe, pero lo busco.
Lo difícil:
Conectar con la emoción que motiva el poema, construir un artefacto que llegue hasta ella, por el cual quien lee pueda cruzar. Pero el destino va cambiando. Es como acertarle en el ojo a una araña en la selva de Costa Rica con una cerbatana casera desde mi pupitre de clase a los cinco años. El boli bic desmantelado, la hoja de papel masticada, tanto resuello y tanta ceguera.
Lo inesperado:
Cuando uno se abre a la emoción y desaparece, lo que lo atraviesa presenta formas inimaginables. Un alfiler de madreperla con voluntad propia, un volquete de canicas silenciosas, voces también a menudo señalando el prisma de la realidad, los arcoiris paralelos, tres detectives resuelven un asesinato, todos aciertan, nadie ha cometido el crimen. Podría seguir, pero qué necesidad.
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías:
Atención distraída (¿os suena?). Conexión desvinculada.  Esas cosas.

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