Andrea López Montero

HEMOS BARRIDO TRES O CUATRO VECES

Hemos barrido tres o cuatro veces
la duda decidida en la terraza,
los patios de mi vida y la caída
constante sin problemas de la hoja.

El cuerpo me acompaña en esta noche,
deseo de esta vida que nos nace
en brotes, conocidas esperanza
de nuevas biografías que no sé

si el frío que se arroja y aproxima
las voces que despiden calendarios,
la duda de estar bien, ser suficiente:
biología caprichosa de alumbrarte.

La escarcha cristaliza los agostos
y mi sangre caliente de esperanza
te imagina palíndromos y nombres
certezas donde cuido tu fracaso.

DIOS NO ENTIENDO

Dios, no entiendo
la invención del útero, la voluntad de maternidad
si luego creas la podredumbre.

Dios, no entiendo
el final de la luz tan temprano, el descanso obligado del invierno
si luego creas la finitud.

Dios, no entiendo
que los insectos no se alimenten de leche,
que la polilla no nade en un recipiente de leche
y vuele siluetas semitranslúcidas de leche
si luego creas la electricidad
y la industria.

Dios, no entiendo
la invención del deseo, la contradicción, el impulso
si luego creas un espacio limitado para el vino y la celebración,
un espacio limitado para el vino y la creación,
si luego creas un horario,
creas un horario,
la obligación de la rutina.

Dios no entiendo
por qué este miedo de pan,
esta geografía de barrigas hinchadas
diciendo hambre,
este ultramarino de variedades y sentimientos etiquetados
si luego inventas la gula.

Dios no entiendo
por qué el mar y su infinitud al vuelo
si luego inventas las cuadrículas,
el papel formulado a la línea.

Dios no entiendo,
por qué la invención de la infancia
y su fascinación occidental de colores y azúcar,
si luego pactas el ocio hacia su negación temprana.

Por qué la polilla, Dios, sin su sombra de leche.

Dios, no entiendo
por qué inventas la conciencia
y nos dejas solos.

¿QUÉ ES DESCONOCER?

cuántas las familias y el afán de colgar un retrato, plantar las hierbas aromáticas, el guiso de mañana con el tomillo reciente de verano, ir a duo a recoger la aceituna de un olivo que nos niega las raíces y qué razón
nombrarse en estos dos o tres, quizá once desconocidos que comparten un affaire que recoge la palabra y su ornamento.
reúnanse todos en la mesa del bautizo, en la cena doce apóstoles sin Dios, primero el verbo.
regaremos esta amistad no formulada aún en problemas y ruinas, treparemos la identidad subidos a hombros de alguien, no sé qué nacimiento, encaramados al cuello- todo es siempre cuestión de visibilidad- abre los ojos: un canto yermo donde la rutina espera.
me desconozco aquí, leve amistad incandescente, un andamiaje hecho en cristal, de vidrio puro y trabajado en varias madrugadas de ocultamiento.
callando la cantidad de incertidumbre, la opinión ciega, me obligo a sentir antigua, signando mis afectos, compón la sombra bien, apaga el fuego, podemos vernos pronto. me siento adormecida, inmensa desahogo el vértigo esta noche, conoces mi alfabeto.


Nombre:
Andrea (aunque me identifico poco, o a medias, o no me gusta cómo se precipita el sonido dre hacia la a, abrupto en accidente, aunque hiato, aunque pueda hacer sinalefa y ser en sinalefa dicha, aunque la e me haga pensar en vértice o en esquina, pero vuelta a la vocal abierta, de abismo).
Apellidos:
López Montero.
Altura:
1,51 de altura decrecida, perdidos tres centímetros en el proceso de ser persona o adulta o vertical y cierta.
Escuela creativa en la que te estás formando o de la que has sido alumno:
La Piscifactoría, Laboratorio de Creación, principalmente.

¿Cómo te has enfrentado al proceso de creación de estos textos?:

Lo sencillo:
La necesidad de que exista la palabra, de ver cómo hay algo ahí que le pide al estómago disponerse a capturar, la interrupción del hallazgo o la lectura que te lleva a coger boli o papel, móvil o lo que se tenga cerca, sea cual sea la circunstancia y empezar.
Lo difícil:
Continuar, no romper, borrar casi todo y no todo, que en un tiempo siga siendo un texto sólido, que no te pertenezca solo a ti, que no te cante de más en asonancias, ignorarlas y permanecerlas en caso de que aparezcan, que tu duda no lo anule, dejar respirar y desaparecer el concepto, no enamorarte mal de un monstruo que sientes bien escrito, romper y no romper, romper lo necesario. .
Lo inesperado:
Contar y verte en once, once sílabas, no contar y que todo se precipite como si esas palabras estuviesen esperándote como vehículo para ser ordenadas, ser cuerpo sobrevenido,
Dos palabras para describir tu proceso creativo (en relación a los textos que nos envías).
Necesidad de hallazgo.

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